El paseo por Las Nubes que acaba en un SPA con vistas a La Alcarria

  • Bien señalizado desde la calle de Las Fuentes de Albalate de Zorita, de ella sale, en una curva de noventa grados, una carreterita que adentra al turista en un espacio abierto, cada vez más alejado del mundanal ruido, hasta que llega al hotel rural.

LasNubes3La guinda la pone el Tajo, que aparece delante del coche con su color verde esmeralda a cuatro kilómetros de ese cruce. Poco después, el asfalto se convierte en un perfectamente transitable camino de tierra y, cuando ante la visión del panorama el viajero ha olvidado su procedencia, surge, allá en lo alto de los montes de Albalate, una gran estructura colgada entre la vegetación. ¿Será eso? Se pregunta uno incrédulo. Entonces el pasaje vira y asciende, casi hasta Las Nubes.

Desde el aparcamiento mismo, las vistas son espectaculares. Con este precedente, todo lo que construya su propietario, el yebrano Carlos Sánchez, tiene que estar a esa altura. Y según muestran los comentarios del libro de visitas, lo está. Antes que ninguna otra cosa, merece la pena echar un ojo a La Alcarria desde la atalaya. A la izquierda, el Tajo y sus meandros se adentran en la provincia de Madrid. De frente, Almoguera, Mondéjar, algo más a la derecha, Zorita de los Canes. El justo medio de la panorámica es la línea divisoria azul del río. En su interior, un campo fértil cuyo color va cambiando con la época del año. En el mes de mayo, son visibles todas las tonalidades imaginables del color verde.

Sánchez empezó la construcción de su negocio en 1998. El complejo principal de Las Nubes abrió en el 2000. Tiene cinco habitaciones, y una suite, todas con vistas al valle del Tajo. Cuatro años más tarde el promotor se embarcó en una nueva aventura turística con la construcción de seis cuevas bioclimáticas, un revolucionario proyecto de turismo rural mucho más eficiente medioambientalmente, que aporta al cliente una sensación desconocida, para paladear. Entrar en una, es como hacerlo en mismísima casa de Luke Skywalker, semienterrada en el planeta Tattooine.

Las cuevas, estéticamente atractivas desde el exterior e integradas en un promontorio del terreno, aprovechan el natural efecto “venturi” para mantener el calor en su interior.   Recogen los vientos predominantes de Almoguera para filtrarlos al sótano que hay bajo cada construcción. El aire produce una depresión y conserva la temperatura en los alojamientos todo el año. Los más frioleros, o calurosos, cuentan con una bomba de calor-aire acondicionado y chimenea de leña. El mobiliario está integrado en la estructura de las paredes. En cualquier caso, no se necesita mucha más decoración que las vistas de las terrazas, que indican el camino de lo eterno de día, pero sobre todo en las noches estrelladas. Quizá por eso todas tienen nombre propio, de constelaciones.

La misma apuesta por la sostenibilidad de los alojamientos, está en la cocina. Las Nubes tiene un restaurante en el que, evidentemente, la panorámica y la conversación que sugiere son un ingrediente más del menú. La cocina se nutre principalmente del huerto ecológico, con gallinero, que hay a pocos metros del hotel. El comedor, abierto siempre para los inquilinos, también se puede reservar para comidas o cenas con un toque especial, sin necesidad de pernoctar.

Las últimas mejoras en las que se ha embarcado el emprendedor han sido la edificación de una cueva bioclimática más, la séptima, que en este caso está hecha de paja revestida con un mortero especial, la instalación de un campo de paneles solares que ahonden en el proyecto medioambietal de Las Nubes para surtir de energía al complejo, y la construcción de la nueva joya de la corona, otra más: un balneario SPA, “muy diferente a lo habitual”, valora Sánchez.

Por razones de ahorro energético, los SPAs de otros lugares están en los sótanos, de manera que el tratamiento es estupendo, pero el paisaje, no tanto. En este caso, Las Nubes combina dos placeres, el de los masajes y el agua, y el de la contemplación. La última inversión también incluye un embarcadero en el Tajo. En total, se eleva por encima de los 400.000 euros, de los que FADETA ha aportado 107.000.

Mayoritariamente, los clientes de Las Nubes provienen de Madrid, sorprendidos de que un paraíso de esta naturaleza esté a menos de una hora de la capital. Los viernes, menos de una hora después de terminar el trabajo, “ya están en Albalate”. Desde que Carlos puso en marcha el proyecto, ha invertido ya en el lugar dos millones de euros. Siempre ha contado con el respaldo del Grupo de Desarrollo Rural del Tajo-Tajuña, “un apoyo incuestionable sin el que un proyecto como este nuestro no sería posible”. El complejo forma parte de una gran finca, que es coto de caza, y que lógicamente permite el ocio activo con propuestas como el tiro con arco, o todo lo que tiene que ver con los deportes de agua. La amplitud del lugar y su extensión son un paraíso de la equitación. Y precisamente este es el último proyecto que tiene en mente Sánchez para redondear su negocio. www.casarurallasnubes.com

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